viernes, 23 de noviembre de 2012

Del ataúd a la cometa

Hace ya bastante tiempo, diria yo que mucho tiempo, mi amigo Emilio Matito me comentó con entusiasmo que en el acto de finalización del curso al que asistía había dado una conferencia un tal Carlos Andreu. No fue suficiente con la simple mención, no mucho tiempo después conseguimos un enlace en YouTube donde se podía ver y escuchar el contenido integro y francamente la cosa empezó a gustarme. 
Con el tiempo y con la emoción propia de quien desea algo, conseguí acudir a la charla de Carlos Andreu: en vivo y en directo. No recuerdo bien si pude estrechar la mano de Carlos al principio o al final pero estrechamos nuestras manos y disfrute de lo lindo mientras le escuchaba. El premio final: el libro dedicado. 
Hice los deberes, pero como siempre saltandome el orden establecido y a mitad de recorrido detuve la lectura y me centré en la lectura de un titulo que el propio Carlos Andreu había sugerido: El Hombre en Busca de Sentido de Victor Frankl  (del que ya os hablare en otro momento, la Library of Congress en Washington lo ha declarado como uno de los diez libros de mayor influencia en Estados Unidos). 
Una cosa llevo a la otra, pero ya con unas expectativas diferentes y hoy las cosas han cambiado, mantengo y alimento como puedo las emociones de la charla y trato de retener  el mensaje, las enseñanzas del libro. 
Había pensado en destacar todo lo que a mi me parece importante de este libro, hacer mi resumen, pero no sería justo. Cada uno debe discernir si la lectura le agrada, si el mensaje cala en su ser y que aprendizajes ha obtenido. Un texto plagado de citas y referencias que hacen fácil la lectura, engancharse con la aventura que se propone. Así que quien quiera reflexionar sobre su vida, la familia, el trabajo, los amigos, la salud no debe esperar a que Carlos Andreu publique su proximo libro. 
Pero sobre todo debeis leer este libro si estais hartos de llegar a casa y nunca encontrais sitio para aparcar.  
 

lunes, 29 de octubre de 2012

nunca es tarde

Hace unos días, acudí a la presentación de una importante publicación y pude escuchar a los promotores que decían cuan importante era para ellos ese momento.  Para Mar (y no daré más pistas) era un sueño culminado y en su medida oratoria no faltaron los agradecimientos para todos aquellos que habían contribuido de alguna manera. Sin embargo, para Enrique, no se trataba de un sueño hecho realidad, se trata de una necesidad.
Sus palabras, las de ambos, son la palanca con la que he decidido ponerme en marcha, sin mas pretensiones que saciar mi necesidad y quien sabe si poder cumplir algún sueño.
Hoy, muy personal e intimo, mañana no sé.